Relato #2

Lo más importante de este relato es lo significativo que dicho evento sirvió para moldear mi vida.

Era la primera vez, que decidía emprender un viaje sola y no tenía idea de cuanto duraría pero debo reconocer que esa sensación de libertad nunca antes experimentada me hacían sentir plena.

Observar la naturaleza y escuchar mis pensamientos, anhelos y sueños encontraban cabida en esta experiencia.

El viaje duro tres meses, demasiado si se considera que actualmente en Irlanda, Suecia y Austria otorgan 38 días de vacaciones al año.

En México dependiendo de los años trabajados, son los días que tienes derecho a descansar. Por ejemplo con 25 años de trabajo tienes derecho a 22 días y con 35 años alcanzas ya los 24 días.

En el caso de Italia, la Constitución garantiza al trabajador el derecho a un período máximo de 32 días vacaciones anuales pagadas, para permitir al trabajador recuperar las energías psicofísicas gastadas en el desempeño laboral. Para así cumplir con las necesidades recreativas y la posibilidad de dedicarse mejor a las relaciones familiares y sociales.

Frente a la situación mundial 120 días libres o de vacaciones era un lujo que yo me había permitido experimentar.

Claro esta que nunca había trabajado pero si estudiado casi veintidós años sin parar. 

Tenia casi 28 años cuando termine mi maestría, había ya podido realizarme profesionalmente como bailarina de Danza contemporáneamente y me sentía satisfecha hasta ahora.

Así que lo más natural para mi fue darme un descanso bien merecido y en vez de pagar el ultimo mes de renta de mi departamento decidí entregarlo y partí sin pensar hacia Zipolite, en el océano pacifico de Oaxaca.


Un paraíso natural, descubierto por los hippies en la década de los sesenta, con una playa virgen de casi dos kilómetros con arena dorada y acantilados de rocas donde se construyeron las primeras cabañas de Shambala y lo Cósmico que hacen de Zipolite un suo generis.

La inolvidable imagen de Roca Blanca es sin duda el hito de Zipolite y ese paisaje idílico de Roca permanecería en mi imaginario y guiaría mi camino incluso diecisiete años después, pero esa es otra historia para ser libre que me conmovería profundamente y cambiaría otra vez la ruta de mi vida cuándo menos lo esperaba pero sin duda lo buscaba desde lo más profundo de mi ser e inundaria de sueños una vez más mi corazón poniéndome a prueba otra vez.
La belleza desbordante de Zipolite y lo peligroso que llega a ser quizá inconscientemente nos recuerde lo minúscula que es nuestra vida y lo importante que es arriesgarte a ser feliz. 

Las fuertes corrientes y olas larguísimas que revientan con tal potencia que solo un surfista o nadador experto podrían enfrentar hacen del lugar un mar sensacional. Aún así con un poco de prudencia y respeto al mar bastan para poder disfrutar de un buen baño y en invierno el mar es mucho más calmado y tranquilo.

Eso lo aprendí de mi padre que desde niña me explico la potencia y fuerza del mar. Recuerdo que insistía que antes de meterme al mar debía primero observar el oleaje y saber cuando era el momento justo para entrar y para salir. 

Aún no sabía que este sabio consejo me serviría tanto durante mi vida ya que sería una de mis grandes pasiones estar horas y horas dentro del mar.

Esa sensación de vivir junto al mar y no solo verlo en mis vacaciones guiaría mi percurso y mi futuro sin saberlo.

Zipolite significa "lugar de muertos" en Zapoteco, una lengua antigua de una de las civilizaciones más importantes de Mesoamerica desarrollada hacia 800 A.c. en el sur de Oaxaca.

Mucha gente moría cada año ahogada a pesar de las advertencias de la población local hasta que afortunadamente un grupo local de jóvenes voluntarios salvavidas se dedicaron a ayudar a quienes se encontraban en riesgo evitando así muchas muertes.

Increíblemente esta peligrosidad hacia que zipol -como muchos lo llaman- no fuese un lugar propicio para zonas hoteleras y grandes inversionistas.  Por el contrario, Zipolite siempre ha atraído a un tipo de turismo alternativo, artistas y viajeros que busca un lugar alejado de las grandes urbes, el turismo de masa y la tecnología.

Durante muchas décadas Zipolite fue una playa virgen alejada del progreso y fue sólo hasta después de la llegada del huracán Paulina en 1997 (y Carlota que me toco vivir en el 2012 cuando viví de nuevo ahí, pero olvidémoslo por ahora ya que estábamos apenas en el año 2003), que la gente por temor inició a construir con cemento cambiando la imagen paradisíaca del lugar y aunque muchos luchan por mantener un cierto estilo rústico, no existe un plan arquitectónico ni urbanístico y cada quien hace lo que quiere.

Nunca antes había percibido la diferencia entre ser turista y viajera y me resonaba la idea, me sentía libre de decidir que hacer cada día de mi vida, pasaba largas horas frente al mar, a nadar, leer, practicar snorkel y visitaba a menudo las playas vecinas de Estacahuite y Puerto Ángel, Ventanilla y Punta Cometa en Mazunte donde se encuentra el punto más al Sur de todo el territorio mexicano visitado por diversos grupos que lo consideran sagrado y de donde se pueden ver las mejores vistas de la zona.

Las playas de Oaxaca, se hicieron famosas para los italianos por una película en 1992 del Director Gabriele Salvatores, llamada Puerto Escondido un lugar muy cerca de Zipol a 50 Km. donde se mostraba una playa encantadora y muchos italianos decidieron ir a conocer y otros tantos se quedaron a vivir.

Actualmente Puerto Escondido es una ciudad con más de 35 mil habitantes comparado con 1059 habitantes en Zipolite.

Zipolite era una Playa que había visitado con anterioridad, estaba a doce horas de la Ciudad de México en autobús. Me hospedaba siempre con una familia italo mexicana muy respetada por la comunidad ya que la propietaria y nativa de ese lugar había sido Agente (Alcalde). Un puesto honorífico elegido democráticamente por los habitantes del lugar regido por usos y costumbres.

Esa fue la primera vez que conviví con una familia multicultural donde los hijos eran bilingües y se nutrían de dos culturas lo que me pareció sensacional.

Obviamente la percepción es diversa cuando permaneces más tiempo en un lugar y vives ahí. Así pude conocer la idiosincrasia del lugar que siendo turista difícilmente puedes notar.

Al paso del tiempo se me acabo el dinero y tuve que buscar una forma de subsistir. Así empecé a vender tours de snorkel y así podía ir gratis cuando quisiera.

Estaba saliendo con un chico que me invito a su casa a dormir. Acepte pero estuve solo creo un par de días o no recuerdo bien ya que era solo un techo de lamina donde en la noche se bajaban colchones por todos lados la familia crecía y niños, la abuela, la madre, primas, primos llegaban solo a dormir.

Agradecí la hospitalidad y rápidamente huí, obviamente no por la situación de pobreza que nunca había experimentado sino porque el chico me pidió nos casáramos y tuviéramos hijos y su Madre al segundo día quería que lavara y cocinara para su hijo.

A ninguno de ellos les dije que era feminista y que no sabía si me iba casar. 

Todo fluía también en ese lugar que no recuerdo haber estado mal. Unos amigos me invitaron subito a vivir con ellos, casi todos intentaron algo conmigo pero al no tener resultados decidieron adoptarme cómo la chica de la banda, me decían Morena me protegían y cuidaban como mis hermanos mayores. Incluso me dejaban dormir sola en la única habitación de la cabaña construida de bambo e insistían cerrara con llave porque el lugar no era tan seguro como parecía. Era temporada baja y a diferencia de hoy, de agosto a noviembre no llegaba ni un turista y de vez en cuando se veía circular electrodomésticos de un lado a otro. 

En ese entonces Zipoite era muy rústico, todos se conocían había muy pocas construcciones y nisiquiera la calle llamada principal estaba adoquinada. Era más popular a nadie le importaba como te vestias y no existían hoteles, ni restaurantes cómo ahora solo palapas y muchas enramadas y una sola una discoteca llamada la Puesta dónde todos íbamos a bailar. 

Poco a poco me di cuenta que se movía mucha droga en el pueblo, mis amigos me instruyeron sobre los hombres a quienes debía estar atenta ya que decían habían abusado sexualmente de varias chicas, lo cual me pareció aterrador y no podía creer porque no habían estado denunciados.

Por fortuna, estos tres amigos estaban felices de mi presencia, siempre me cuidaban y cuando me quería ir a dormir uno de la banda me acompañaba.

Recuerdo lo impactante que fue para mi leer muchos años después el diario de Maya, de Isabel Allende y la fortuna que tuve al no caer en una adicción. Ciertamente, yo no me encontraba desorientada, ni triste como Maya en la novela sino estaba en un momento muy feliz de mi vida y estaba solo viviendo una experiencia más y sé con certeza eso hace la diferencia.

Tenía muy claro, que estaba sola y aunque siempre estaba rodeada de amigos, en realidad los conocía poco y siempre fui muy precavida aunque debo decir que uno de ellos sería mi amigo incluso muchos años después. 

El tiempo pasaba y entre la vida placentera de la costa, la brisa del mar, los amigos y los extranjeros no me percate que habían pasado tres meses, hasta que un día apareció mi cuñado súper serio diciendo: "que estas haciendo, todo el mundo te esta buscando, mírate que flaca estas" y así como despertar de un largo sueño regrese a la Ciudad de México, aunque debo confesar que una parte de mi lo agradeció.

Increíblemente, todo se derrumbo y me sentí muy mal como si en vez de haber hecho el bien me hubiese hecho el mal, no me había preocupado de llamar a nadie de mi familia y ni me había puesto a pensar en mi futuro.

Años después supe que mi cuñado había simbolizado el arquetipo del padre, la autoridad, el orden, la sociedad, etc. dado que ninguna persona cercana a mi me dijo nada y yo me sentía fatal.

Lo que había hecho, no entraba en la normalidad, el peso de la sociedad me hacia sentir como una fracasada y el no tener trabajo y no haberme preocupado de ello me hacia sentir muy mal. Sin duda fue mi primera depresión por fortuna duro poco.

Hasta que un amigo de mi tía me contrato temporalmente como asistente de Investigación e inmediatamente todo empezó a ser como antes y rápidamente recobre mi vitalidad.

Muchos años han pasado ya y ahora puedo ver con más claridad lo vulnerable que era aún y lo fácil que fue dejarme llevar por otras personas, aunque en el fondo sabía que no me quedaria ahí en ese momento. Sin embargo, esa sensación de libertad dejaría una profunda huella en mi. 

Haber podido experimentar esa sensación de libertad, dónde cada día observaba el ocaso desaparecer detrás de roca blanca me bastaba para ser feliz. 

Nunca antes había tenido tanto tiempo para pensar en mi y en mis sueños. Y sin saberlo todavía, esa sensación de bienestar y libertad moldearian mi vida para siempre y me definirían como soy.

La mayoría de la gente pasa toda su vida ocupada y distraída, sin tener nunca tiempo para pensar en quien es de verdad.

Saber quien eres, no que quieres implica necesariamente buscar tu autenticidad y explorar en lo más profundo de ti.

Aunque creo que todos los seres humanos en algún momento de nuestras vidas nos enfrentaremos con nuestros pensamientos antes de la muerte y quizás sea demasiado tarde para saber quienes éramos en realidad.

Para mi Zipolite represento esa forma idílica de libertad y aunque aún no tenía los elementos claves después supe que cada decisión y experiencia te van llevando a lo que verdaderamente anhelas.

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